Se conoce como huella de carbono a la cantidad total de gases de efecto invernadero, producidos directa e indirectamente por las actividades humanas; generalmente se expresa en toneladas equivalentes de dióxido de carbono (CO2), así lo explica el portal Tekcrispy.
A fin de contextualizar el concepto, cuando una persona conduce un automóvil, por ejemplo, el motor quema combustible, lo que crea una cierta cantidad de CO2. Cuando se usa la calefacción en el hogar, bien sea a gas o carbón, también genera CO2, incluso si la calefacción funciona con electricidad, la generación de esa energía eléctrica también produjo una cantidad de CO2.
De este modo, al comprar alimentos y bienes, la producción de estos artículos y servicios, emitió algunas cantidades del gas de efecto invernadero, uno de los grandes responsables del calentamiento global.
En un estudio publicado por Tekcrispy, investigadores midieron la huella de carbono de todos los aspectos relacionados al turismo global, incluidos los vuelos aéreos, el alquiler de automóviles, el alojamiento, la comida e incluso los souvenirs que los viajeros compran una vez que llegan a su destino.
El estudio, que analizó la actividad turística en 160 países durante el quinquenio comprendido entre el año 2009 y 2013, reveló que la industria del turismo en todo el planeta fue responsable de más del doble de las emisiones de carbono de lo que se tenía estimado, una inferencia que además de encender las alarmas, provoca preocupación.
Estudios previos habían encontrado que la actividad turística representaba cerca del 3 por ciento de todas las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, en este estudio, los investigadores encontraron que la inclinación humana de conocer nuevos lugares, es de hecho responsable de aproximadamente el 8 por ciento de todas las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
En el periodo estudiado, las emisiones globales relacionadas con el turismo aumentaron de 3.900 a 4.500 millones de toneladas de CO2 al año. Estados Unidos encabezó la lista de emisiones de viajes, en gran parte debido a los vuelos nacionales, seguidos de China, Alemania e India. En pequeñas naciones insulares como las Maldivas, Mauricio, Chipre y Seychelles, el turismo representó del 30 al 80 por ciento de las emisiones anuales nacionales.
Este proceso está asociado con el incremento del ingreso per cápita, ya que las personas pueden permitirse viajes más distantes y más frecuentes, lo que hace que la “huella de carbono” relacionada al turismo aumente. De acuerdo a los científicos, para el año 2025 esta cifra podría incrementarse al 6.500 millones de toneladas de CO2 anuales.
La investigadora Arunima Malik, profesora en la Escuela de Física y Negocios de la Universidad de Sídney y coautora del estudio, expresó:
“Nuestro análisis es una primicia mundial sobre el verdadero costo del turismo, incluidos los consumibles, como la comida y los souvenirs; en fin, se trata de una evaluación completa del ciclo de vida del turismo mundial.”
Los autores del estudio sostienen que los hallazgos sugieren que el turismo debe ser incluido o considerado en los compromisos climáticos internacionales, como el Acuerdo de París, así como en futuras deliberaciones sobre estrategias y políticas nacionales de desarrollo.
También sugieren que las naciones que buscan expandir el turismo para impulsar el desarrollo económico, deben considerar el impacto que tiene la industria en sus emisiones nacionales y objetivos climáticos.
Referencia: The carbon footprint of global tourism. Nature Climate Change, 2018. doi:10.1038/s41558-018-0141-x
