Hace 35 años Martha Patricia Ruiz Corzo se fue a vivir a la Sierra Gorda de Querétaro, acompañada por su familia buscando muchas respuestas. Se fue a reflexionar sobre cuáles de todos los valores intangibles del planeta impactamos cuando llevamos a cabo una actividad, cualquiera que sea. Luego de años de actividad el nombre de «Pati» Ruiz Corzo, figura entre las ambientalistas y conservacionistas más activas y reconocidas en América Latina. La maestra Pati, como le llaman en la Sierra, ha conciliado el desarrollo económico de las comunidades locales con la conservación de la biodiversidad en la Reserva de la Biosfera Sierra Gorda desde donde impulsa cientos de proyectos, y con cada uno se casa durante décadas.
Durante su participación en el Sustainable & Social Tourism Summit nos comenta que la sustentabilidad es un tejido que se fragua con presencia, con rumbo y con los medios de comunicación: “No podemos esperar a que los funcionarios o legisladores reparen el impacto negativo que le hemos provocado al planeta. Tiene que salir de nuestro corazón, es ahora o nunca”, afirma la fundadora del Grupo Ecológico Sierra Gorda, organización de base que desde 1987 ha desarrollado una variedad de estrategias para cimentar una economía de la conservación.
A Pati le gustan las cosas que se tejen y que son reales, por ello, afirma lo siguiente: A la palabra sustentable, entre todos nosotros amigos, le tenemos que generar más fondo para que no hablemos y la usemos con tanta ligereza. Esto significa que tenemos que analizar cómo ofenden menos nuestras actividades a la Diosa, a la Madre Tierra.
El turismo comunitario en la Sierra Gorda es una herramienta efectiva en la construcción de una economía que es llevada a los bolsillos de sus habitantes por los servicios de sus bosques y, por habilidades diversificadas como el ecoturismo. Pati Ruiz Corzo y su grupo ecológico conciben al turismo como un medio para mitigar los impactos negativos, para ordenar los procesos, para tener una zonificación de usos y también para remediar focos donde ya suceden impactos y abusos. “Al vivir en la sierra, un gobernador llegó conmigo a decirme que quería bajar en helicóptero al Sótano del Barro, donde anidan y ponen sus huevitos las últimas 60 guacamayas de la región”.
Pati ha librado batallas como ésta y otras en la Sierra Gorda, por eso ya tiene un doctorado en «Coliseo Romano», como ella afirma. “Llevo más de 14 años peleando. Afortunadamente, el bosque siempre está conmigo, por eso he salido adelante. Creo que hay santuarios que no se deben abrir a las personas, si no qué le dejamos a la vida mágica, a nuestro planeta no le cabe más dolor y pena. Podemos decir que estamos viviendo la hora negra del planeta y nos comportamos como si no sucediera nada”.
El Grupo Ecológico Sierra Gorda desarrolló un modelo de turismo rural en Áreas Naturales Protegidas por el cual ganaron el premio Tourism Challenge de National Geographic. “Concursé con siete eco albergues que ayudé a construir. Estos lugares me han tomado mucho tiempo porque son propiedad de los dueños de las tierras. Es el único valor que mis socios locales tienen, por eso he defendido mucho la inversión externa, ellos son los que deciden y solo estoy para apoyarlos, les echo la mano porque a veces no saben llenar un documento, no tienen IFE ni CURP ni acta de nacimiento. Las brechas entre la extrema pobreza y las oportunidades son muy grandes”.
El turismo es una de las 160 actividades que realiza el Grupo Ecológico Sierra Gorda; también han hecho educación ambiental desde hace muchos años. Gracias a un programa de Naciones Unidas impactaron juntos a 18,000 mil niños en 170 escuelas. La base para los proyectos sostenibles comunitarios, según Pati Ruiz Corzi, es usar herramientas nuevas: “Hay que tejer la oferta con servicios comunitarios para apoyarlos y amarlos con generosidad; solo así vamos a construir puentes entre los dueños de la belleza escénica y la oferta externa. Tenemos que sentarnos en el nido hasta que se empollen los huevos”. En ocasiones, para formar una cultura turística las personas en la Sierra pasan de ser talamontes a ser meseros o guías de turistas. Por eso, en el Grupo Ecológico desarrollaron su propio protocolo. “Vino Rain Forest Alliance para certificar mis albergues y nos sentamos con las personas de manera participativa, así generamos un estilo propio”, cuenta la maestra.
La sustentabilidad que rodea al Grupo Ecológico Sierra Gorda fue lo que les permitió satisfacer los criterios del Consejo Mundial de Turismo Sostenible (GSTC). “Fuimos uno de 13 Early Adopters, vinieron y nos evaluaron con muchos indicadores y la libramos por la hiperactividad social del grupo”. Hoy día es la coordinadora del sub consejo de turismo de la Reserva y todas las instituciones “jalan” con ella. “El turismo puede ser muy peligroso si no involucramos a los locales, si no tenemos reglas claras vamos a provocar un caos”.
“Todo este cuerpacho mío es pura composta y cuando me muera a la tierra voy a regresar. No somos una espora extraterrestre, no entiendo por qué estamos tan desvinculados de la tierra”.
Actualmente 27 fondas forman la Ruta del Sabor en la Sierra Gorda, una ruta ideal para descubrir la sensacional gastronomía serrana. “Es muy lindo ver como están fortalecidas y empoderadas las señoras dueñas de las fondas. Llevé a unos hombres de Citi Bank a visitar la ruta y uno de ellos me dijo: estoy tocando umbrales desconocidos de sabor. Ese día Doña Mari acababa de cosechar unos hongos deliciosos”.
Otra anécdota importante relacionada con la Ruta del Sabor es que una de las fondas con capacidad para 45 personas está casi siempre llena. Pati platicó con el dueño y este le comentó: “Ya no me tuve que ir al norte, a Estados Unidos, ahora mis hijos están estudiando y trabajando a la vez”. Ésta es la cereza del pastel dice la maestra Pati, quien lleva a todas partes su mensaje y ejemplo: “Rompamos la olla de nuestros valores, dejemos de juntar monedas de cobre. Es nuestro gran momento como seres humanos, hacer surgir lo mejor de nosotros para el bien común. Si me ayudan a cantar, levantamos una oración poderosa, vamos a levantar juntos una ola de amor para el planeta”. Texto: Rosi Amerena