Es difícil sentarse a escribir y tratar de sacar algunas ideas y conclusiones finales de un evento que da para seguir discutiendo todo el año; tener juntos en dos días a más de 35 ponentes de 15 países y los cinco continentes, y más de 300 asistentes especialistas en el tema del turismo sustentable y social da para mucho más que un artículo de conclusiones, pero haré mi mejor esfuerzo.
Los retos planteados en el Summit fueron temas de fondo: desde la forma en cómo la política pública ha avanzado en el país, pero seguimos saliendo mal calificados en la sustentabilidad por las instituciones internacionales que evalúan a los países en materia de competitividad, la necesidad de seguir creciendo y la importancia de hacerlo de forma responsable, para evitar daños en los ecosistemas y situaciones adversas en la sociedad, la necesidad de gestionar mejor el territorio e incluir en este proceso prácticas de sustentabilidad en aquellos usuarios del mismo, asegurar que las personas que nos dedicamos a tener destinos sanos también tengamos criterios de equidad y justicia en nuestra labor diaria y, en especial, el lograr un cambio en la visión de beneficio individual a una gestión integrada de destinos donde el turismo es una actividad importante. Cada tema da para escribir una tesis al respecto.
Pero también fue un evento donde los asistentes (la mayoría ya trabajando en estos temas), pudieron compartir casos de éxito, modelos de desarrollo, soluciones tecnológicas, ideas disruptivas, políticas públicas y soluciones a los grandes retos que plantea un sector MUY necesario para el país, que se impulsa de forma importante, pero que también ha generado impactos ambientales y sociales fuertes, que hay que compensar en el presente y evitar a futuro.
La buena noticia es que las cosas empiezan a suceder, desde México hasta Australia, pasando por Guatemala, Costa Rica, Colombia, Argentina, Chile, Canadá, Estados Unidos, España, Kenya, India, y muchos otros sitios, encontramos modelos y experiencias muy valiosas de las que vale la pena conocer, pero en especial, que tenemos la obligación de replicar y potenciar como el “deber ser” de esta actividad que ha demostrado sus beneficios cuando es bien gestionada.
La cantidad de información vertida en el evento fue espectacular; el reto es que aquellos líderes y tomadores de decisiones que no pudieron asistir realmente puedan involucrarse con estos temas que son muy relevantes, pero sobre todo necesarios; como lo he comentado, es difícil analizar a fondo lo sucedido en uno de los eventos más importantes del año, y en este breve resumen quiero presentar seis grandes reflexiones derivadas del Summit. Es una opinión personal, que invito a leer, a discutir y a debatir con el objetivo único de seguir construyendo un turismo que apunte a cambiar las famosas 3 “S” del Sun, Sand and Sea (el modelo tradicional de turismo que ha imperado en nuestros países) a otras “S” mucho más importantes y estratégicas: Sustentabilidad, Solidaridad y responsabilidad Social.
Las reflexiones
La primera es que el sector público, aunque juega un rol importante, no es el único que tiene incidencia en las decisiones a largo plazo del turismo… tal vez es el que menos la tiene o debiera tener; los gobiernos pueden decretar leyes, sentar las bases de programas y proyectos, designar recursos y/o asistencia técnica, entre otros temas, pero las decisiones grandes en materia de turismo, desarrollo, posicionamiento, las toman otros sectores; de ahí la importancia de la colaboración público – privada – social – académica efectiva. Existen varios ejemplos de situaciones adversas que no se han resuelto porque autoridades, empresas, academia y OSCs no trabajan de la mano en una resolución más pragmática que política; la conformación de grupos multidisciplinarios para resolver problemas complejos es el presente y debe ser el futuro de esta actividad, ya que debemos traspasar periodos gubernamentales si realmente queremos una actividad sana.
La segunda reflexión, basada en el crecimiento futuro del turismo no solo internacional a nuestros países sino el consumo interno, va sobre la necesidad de generar procesos de capacidades de carga, límites de cambio aceptable y manejo de visitantes en los destinos; cada vez es más común que la literatura y la prensa nos hacen llegar casos en que áreas naturales, pueblos mágicos, destinos culturales, destinos de playa y ciudades están saturados y sufren de grandes presiones por el turismo; no se trata de cerrar el paso al turista, sino de estar preparados para recibirlo, de darle información sobre cómo ser un mejor turista, de dar opciones para diversificar la oferta (y la demanda) y si, en algunos casos muy puntuales, de limitar su llegada. ¿Un reto? Claro, pero una necesidad URGENTE en nuestros destinos. No podemos esperar a que casos como Barcelona, Amsterdam, Venecia o en México Islas Marietas o Akumal nos sucedan, para darnos cuenta de que un turismo mal planeado y gestionado no solo no genera ningún beneficio, sino que puede acabar con los destinos turísticos, sus ecosistemas y traer consecuencias en su dinámica social.
La tercera, discutida en el Summit, es tener a la persona como centro de la actividad turística, y asegurarnos que recibimos beneficios, condiciones justas, y desarrollo personal por el trabajo que hacemos; no podemos tener destinos de calidad, empresas “sustentables” o “socialmente responsables” si las condiciones de empleo no son, como mínimo, con base en el cumplimiento de parámetros de trabajo decente. Y hablo de trabajo decente y no hablo del cumplimiento de la ley porque la ley hoy permite que se den condiciones terribles de trabajo en las empresas turísticas, a través del famoso outsourcing, pagadoras, contratos temporales, entre otros; este es un tema que pocas veces traemos a la mesa y que es fundamental para tener un turismo de calidad, primero, para la población que trabaja en turismo, y segundo, para el propio turista, y no al revés.
La cuarta, es que existe una urgente necesidad que desde el sector privado turístico veamos más allá de nuestras paredes, que veamos el potencial de generar valor (no solo empleos o riqueza), que generemos proyectos conjuntos, que ayudemos a la resolución de problemas comunes, que restauremos ecosistemas, que sumemos. Qué bueno que se haga filantropía (donaciones, regalos, celebraciones, reforestaciones), pero ojo con pensar que eso es responsabilidad social, porque no lo es. Responsabilidad social es asegurarse que el entorno, sus colaboradores, sus familias y la población en general, vive en una ciudad acorde al destino que ofrece al visitante. Hace unos meses estuve en un foro en el que se hablaba que la sustentabilidad era cosa del pasado, que para las empresas líderes el tema ya se encuentra integrado en sus operaciones, y que hoy se está migrando hacia la inversión de impacto, la generación de proyectos conjuntos privados – rurales y la restauración; creo que en turismo esto no de ha dado aún, pero deberíamos mirar hacia allá de forma más decidida, ya que será la única forma de trascender.
La quinta, tiene que ver con la necesidad de medir mejor y evaluar acciones y resultados; cambiar los parámetros del éxito turístico y preocuparnos menos por cuántos llegan, y más por cuánto impactan, en lo positivo y lo negativo, para poder maximizar beneficios y disminuir riesgos. El desarrollo de sistemas de indicadores en turismo que integren biodiversidad, uso y consumo de recursos, pérdida o ganancia de ecosistemas, huella de carbono, satisfacción del visitante en temas ambientales y sociales y satisfacción de los residentes y colaboradores es aún un tema en el que debemos trabajar muchísimo; no podemos mejorar lo que no podemos medir.
Y la sexta, que no deja de ser relevante, es el tema de la comunicación y la promoción de nuestro turismo; necesitamos evaluar la forma en cómo estamos promoviendo nuestros destinos, darnos cuenta que el consumidor tiene diferentes valores hoy, que se necesita más especialización, pensar más en “tribus” y menos en masas y, sobre todo, involucrar a los millones de turistas que se mueven por nuestros países (nacionales y extranjeros), en la sustentabilidad, hacerlos consumidores conscientes y responsables, comprometidos con el sitio que visitan y que comprendan que sus vacaciones, además de un proceso de desconexión y descanso, es también una oportunidad de reconexión, aprendizaje y de contribución.
Los retos son diversos y complejos, pero también hay mucha gente y organizaciones que están liderando el camino hacia la sustentabilidad turística; tenemos hoy, una oportunidad histórica de transformar el turismo en nuestros destinos y países, no la desaprovechemos.
A través de estas líneas, quiero hacer un agradecimiento especial a todos aquellos que hicieron posible el Sustainable and Social Tourism Summit 2017: co-organizadores, aliados, patrocinadores, asistentes, voluntarios; estoy seguro que el Summit será un evento de referencia en los próximos años.
Los esperamos en el 2018.
